Tengo la mala costumbre de querer hacer mil cosas en cinco minutos, porque otra vez me levanté tarde. Quiero terminar mi post, quiero seguir pensando en ideas para el próximo, quiero hasta empezar la próxima historia… en ese sentido nunca me había sentido tan motivado para escribir. (excusas.blogspot.com). Pero, mientras tecleo, la luz del día se hace mas intensa y elimina ese efecto de mi habitación a oscuras con sólo la luz del monitor de la pc, es un efecto que siempre me ha gustado y motivado y por lo general empieza a las seis de la mañana. Corro para cambiarme y ponerme el saco y la corbata y salir apurado, diez para las nueve, nuevamente perdí el sentido del tiempo e inocentemente creo que el tiempo no avanza. Tomo mi maletín y mi lonchera (y algún libro que estoy tratando de terminar) y salgo disparado cual Ekeko tratando que nada se me caiga. En el camino al paradero veo varias cosas que no cambian; en una esquina siempre encuentro dos perros que paran juntos. Uno es pequeño de pelo pegado y blanco, de esos nerviosos que apenas sienten algo saltan y ladran estridentemente, el cual varias veces me ha querido saltar encima. El otro es un labrador negro, grande y bonachón, que cada vez que el perro blanco salta, él se levanta y se pone en medio, como para tratar de tranquilizarlo y como diciéndote “pasa que yo lo agarro”. Esa escena se repitió varias veces, ya que es común que salga tarde y que corra al paradero y también había visto esa actitud bonachona del perro negro hacia otras personas, casi como pidiendo disculpas por el comportamiento bochornoso de su colega en patas. Sigo mi camino, antes compraba mi periódico (Perú 21, porque el horóscopo de Jossie siempre me ha acertado jajajajaja.) pero en los últimos meses prefiero usar el tiempo para tratar de terminar algún libro que tengo abandonado a medias (ahora leo uno de Luis Hernán Castañeda que me estoy demorando mucho en terminar). Por la hora ya me resigno a tomar taxi, pero el detalle está en que un señor ya me ha llevado varias veces del mismo paradero, y con frecuencia me espera porque ya conoce la ruta y me cobra siempre lo mismo. El taxi está muy bien cuidado y el Señor es muy amable y “he is not a talker” (chongo seinfeld) lo cual me permite leer mientras me lleva a la oficina. A veces salgo tan tarde, pero tan conchudamente tarde que pienso que con trotar una cuadrita voy a lograr una diferencia, pero, cuando estoy llegando al paradero, el señor taxista me ve de lejos y avanza y me espera prácticamente con la puerta abierta, mientras yo sigo trotando por la cuadra (me siento Koji Kabuto lanzándome de la moto para que la nave del vengador me agarre en el aire y empiece la transformación jajajaja). Subo, saludo cordialmente al señor taxista y sin decir nada, sin pelearme por la ruta, sin regatear por el tráfico, sin tratar frustradamente de convencerlo que tome mi ruta, abro mi libro y trato de leer (claro que a veces me bajo mareado, pero contento porque avancé un par de hojitas en mi libro). El puente de canaval y moreyra es imposible si vienes por la via expresa (de sur a norte), así que convenientemente está el acuerdo de seguir por la subida del colegio san agustín, donde hay un puente peatonal y puedo tranquilamente cruzar para llegar a menos de una cuadra del edificio donde trabajo. Ayer, entraba a la oficina, y me crucé con una amiga que vive relativamente cerca a mi casa y me comenta “uy he llegado tarde, el tráfico esta terrible y eso que he salido de casa a las ocho y cinco” y me sentí muy conchudo que haya salido diez para las nueve y haya llegado a la misma hora que mi amiga Elenita.
Pd: dato curioso, el corrector del Word cambia la palabra “lonchera” por “ponchera” y la palabra “Ekeko” por “Enkeko” y me voy corriendo porque de nuevo se me hizo tarde!!!
Pd: dato curioso, el corrector del Word cambia la palabra “lonchera” por “ponchera” y la palabra “Ekeko” por “Enkeko” y me voy corriendo porque de nuevo se me hizo tarde!!!
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jajajaja pero asi es con todo todo todo. jijiji que seria si de ti si no vivieras 1 hora tarde pa todo jijijiji
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