Desde que era chico las historias de fantasmas y cosas relacionadas habían sido de gran interés para mí. Uno de los recuerdos más remotos de mi infancia se sitúa con mis tios y primos reunidos frente a un televisor blanco y negro viendo una película de terror, desde entonces siempre veía debajo de mi cama o dentro del armario, sino no podía dormir. Otro de los recuerdos eran los comentarios que atrapaba mientras comía acerca de los rumores de un familiar. Había muchas bromas acerca de una tía abuela por parte de la familia de mi mamá, todos decían que era una bruja. Ella, larga y muy seria, y casi sacada de un cliché, vestía de negro y tenía el cabello un poco largo amarrado siempre en un moño. Yo siempre fui uno de sus favoritos, ya que me traía dulces y regalos y me abrazaba muy fuerte cuando llegábamos a visitarla. Su presencia era imponente y un tanto fuerte, muchas veces mi mamá y mi hermana mayor se quejaban de dolores de cabeza cuando estabamos en su presencia, más adelante me comentaron que eso era porque “las rezaba” y la verdad que no le daba importancia hasta que empecé a experimentarlos yo mismo. La idea de brujas y de la magia era lógico cuando era niño y las historias acerca de esta mujer daban rienda suelta a mi imaginación, lo cual hacía que pensara que cualquier cajón o gabinete en su casa tenía algún animal muerto.
(sigue...)
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